Total, que como suele pasar en Nueva York (aunque suena a tópico total) las cosas te pillan de sorpresa y mientras cruzaba el metro el puente de Williamsburg me di cuenta que necesito dedicarle al skyline una entrada.
No sé qué tengo con el skyline de Nueva York que ejerce un extraño poder sobre mí. Me llena de impresión y nostalgia en los momentos más inesperados. Una (simple) silueta que se me ha aparecido mientras me estrujaba a pensar temas esta mañana. Últimamente he variado mi ruta al trabajo. Camino más para llegar a la parada al metro (algo que en invierno no es negociable) y a cambio tomo un metro que cruza el puente de Williamsburg en vez de la ruta bajo el agua, la del East River.
Y me pasa una cosa curiosa, mencione el post en el que hablaba de JFK sobre esa sensación de tener un nudo en el estómago cada vez que te aproximas a NY y ves el skyline, pues ahora tomando esta línea me pasa a diario. Y resulta curioso porque siempre pienso que un sentimiento tan inesperado es… pues eso, inesperado. Y es raro que la secuencia matutina sea: llevo las llaves? Sí. A ver aprovecho para llamar a mi madre camino al metro; saludo al puertorriqueño del deli; ufff a ver saca la Metrocard; que bien que justo llega el metro; ah espera que me da un vuelco al corazón con el skyline.
Ahora me re enamoro de Nueva York cada mañana bajo el embrujo de esa línea en el cielo. Que por cierto ni siquiera tiene una palabra propia para definirla en español. Deberíamos inventarla cuanto antes.
No solo es NY. Me pasa con de Barcelona cuando aterrizo llegando por el mar y la veo a lo lejos, me pasaba estudiando en Segovia al venir en coche por una de esas carreteras de la Mancha. La larga línea recta y de repente como un espejismo: la magia del alcázar y la catedral.
Y ahora me pasa en NY. Y admito que realmente en skyline de NY es brutal. Parece de cartón, con siluetas perfectas. Y de ahí viene esa sensación de vivir en una escena de cine. Es una rara sensación de llegar a la conquista de la ciudad. Mañana tras mañana.