Thursday, August 18, 2011

Aceite y sal

La insatisfacción es una condición que creo que viene dada (o al menos potenciada) con ser neoyorquino. Bueno no se si es tanto la insatisfacción, igual mejor llamémoslo exigencia, aunque muchas veces van de la mano. Eso y complicarse la vida.


Poder entrar a un restaurante y que te den la opción de cambiar cualquier ingrediente en un plato, casi que ese filete pase por tantos cambios que al final se convierte en un trozo de merluza, (el cual obviamente puedes devolver si no es de tu exacto gusto) cría así a la sociedad de la exigencia, la que cree que todo puede customizar.
Y en el extremo opuesto luchan por  alcanzar esa simpleza que para el resto del planeta es simplemente eso, simple. Pero en Nueva York lo sencillo lleva más trabajo. Los restaurantes compiten por dejar de complicarse la vida y a los críticos gastronómicos les encanta alabar esa perseguida sencillez.
Nueva York tiene uno de los puertos de pescado más grandes del mundo, Fulton Fish Market . Es de hecho el mayor mercado de pescado de Norteamérica, (que por cierto contrastando este dato he descubierto que, después de Tokio, al parecer el segundo mayor mercado pesquero mundial es Madrid) y pese a eso un pescado a la plancha con sal y aceite es un plato de lo más difícil de comer en NY.
El toque mediterráneo de la cocina simple, el de las gambas a la plancha, los boquerones, o los chipirones… es el más complicado de localizar. El otro día entre a Eataly, un supermercado-universo gastronómico italiano que ha abierto el magnate Mario Batali, a quien ya he mencionado en un post anterior. Según dicen es “el mercado más grande de comida y vino artesanal italiano del mundo”, y la zona de pescado se parecía bastante al mercado de mi pueblo, y me hizo mucha ilusión.
Ya mencione anteriormente que me gusta leer blogs, revistas, columnas de cocina... Una institución en la ciudad es Mark Bittman, escritor de gastronomía en el New York Times. El otro día vi en el ese periódico, en una página entera de la revista del dominical, probablemente una de las páginas con el valor publicitario más caro del país, una receta de Ferran Adrià de pan con chocolate rallado, aceite y sal. 4 ingredientes, claros y básicos. (Ah, curiosidad, el corrector de Word reconoce la palabra Adrià con acento a la catalana si lleva el nombre Ferrán delante…)
Y uno se pregunta si no será que los neoyorquinos a veces se complican demasiado la vida. Siempre digo, y lo mantengo, que aquí uno encuentra de todo en el supermercado, aunque a ratos me doy cuenta que a veces les falta el ingrediente básico: la simplicidad.
Por eso con mi amiga Elena que sueña con abrir un restaurante en Manhattan (o seguramente, en su defecto, en Barcelona, Pals, Formentera o San Francisco) hablamos de cómo un tomate con sal y aceite les trae a todos de cabeza. Seguramente porque es tan sencillo que a muchos no se les había ocurrido.