Wednesday, August 22, 2012

Cielos Crujientes


Hay algo que tiene el lenguaje en ingles que me fascina. Cuando quieres referirte a algo te apoyas en la búsqueda de palabras simples, mundanas, en la que todo se asemeja a todo.  Me encanta el termino del aire “crisp”, o crujiente. Es el aire que llega en Nueva York en Septiembre. El aire crujiente, crocante y fresco. Y  realmente el nombre se lo merece.
Se acaban los días de verano en Nueva York y la ciudad se empieza a preparar para dar paso al otoño. Son los últimos días del microshort y los primeros de la chaquetita.  Muchas chicas por la calle combinan ambos a la espera de hacer más agradable la  transición. El momento del cambio de armario. Los armarios en Nueva York suelen ser pequeñitos y dan lugar a una sola estación.
El cielo crujiente es un cielo azul azul. Es el cielo más azul que puedas imaginarte. El cielo de los cuentos y los tebeos. Ese es el cielo de Septiembre en Nueva York.
Es un buen cielo. Un buen cielo en el que quedarse después de un verano pegajoso en el asfalto neoyorquino. Es un buen cambio. Es un buen cielo al que volver después de un verano fuera de la ciudad disfrutando de otros momentos y paisajes lejanos. Cuestan las idas. Cuestan las vueltas. Cuestan las despedidas. Y en esa vorágine se agradecen los crujientes cielos de bienvenida.  

Friday, March 30, 2012

La llamativa austeridad

Llega la primavera. Es un hecho. Y con ella mi nueva línea de metro predilecta. Ya hablé de lo mucho que me encanta ver el skyline en un post anterior. Esta vez no voy a hablar de lo que veo fuera del metro y de esas imponentes vistas, sino más bien del mundo de contrastes que viajan en un vagón del subway de Nueva York.

El metro de Nueva York es probablemente el lugar más dispar en el que uno se encuentra en la ciudad. No tiene comparación ni con la fiesta más alternativa en una fábrica abandonada ni con el evento más “cool” en una galería de arte. Y sobretodo no tiene comparación porque precisamente ese tatuado que luego verás en la fiesta de la fábrica estará sentado a tu derecha y  la chica que te cruzarás vestida toda de negro con un sombrero paseando por la galería está a tu izquierda. El mundo neoyorquino resumido en unos metros cuadrados.

Pese al mosaico de modas, colores, estilos, actitudes e interacciones que se viven a diario en el metro neoyorquino, yo cada mañana no puedo dejar de maravillarme de ver a las mujeres judías  ortodoxas que vienen del barrio de Brooklyn y van a la ciudad.

Como bien reza su religión la premisa máxima es la austeridad. Color negro o azul. Medias y zapatos cerrados. Y lo más curioso es que todas llevan peluca. una mujer judía ortodoxa jamás muestra su pelo a nadie, solo a su esposo en la intimidad.

Me resulta curioso como la austeridad llama la atención a gritos en esta ciudad. La misma ciudad en la que realmente todo vale. En la que no hay modas uniformes sino que uno puede salir literalmente con lo que le apetezca a pasear. Y llama precisamente la atención esa sobriedad.

Y de nuevo esa ciudad encontrada. Ese tatuaje, junto a ese pintauñas rosa eléctrico, y de pie esos tacones de vértigo junto a unas converse desgastadas. A tu derecha la estridencia, a tu izquierda la discreción, frente a ti una peluca ortodoxa que te hace pensar en tiempos antiguos y lejanos, en otro siglo, en la ciudad más moderna y puntera del mundo. Eso es el metro, y la vida, en Nueva York.

Tuesday, March 20, 2012

Improvisación Planeada

Me he esperado a que fuese 18 de marzo para repetirme a mí misma que no es posible que pasen 5 meses sin que haya actualizado mi blog. Lo peor de todo? Que el tiempo en Nueva York va tres veces más rápido que en ningún sitio, lo cual automáticamente hace que ahora resulte entonces que por leyes de tiempo neoyorquino hace 15 meses que no actualizo mi blog. Toma ya!

No importa. Decidido está que no puedo empezar cada post de este blog pidiendo disculpas por el tiempo que ha pasado. Sí, ha pasado tiempo, y no lo siento. Quizás no tuve tiempo, o no era el momento. Que más da.

Mi ultimo post hablaba de los 3 años en Nueva York. De las ciudades encontradas. Y ahora me he puesto a pensar en Nueva York y las emociones encontradas. Nunca me había pasado tanto como en esta ciudad que dos sentimientos antagónicos se den la mano y se hagan mejores amigos para siempre.

En Nueva York he tenido las cosas muy claras y las he dudado cada día. He creído que nunca me iba a cansar de algo y al día siguiente me aborrecía por completo.  He dedicado paseos y horas a elegir lo que finalmente creía era la mejor opción y acto seguido he pensado que seguramente era un gran error. Desde las decisiones mas grandes hasta las más insignificantes., nada esta a salvo del encontronazo de sentimientos, marca registrada neoyorquina.

NY se presta a la improvisación planeada. Este es el tipo de sentimientos encontrados a los que me refería antes. Como se puede planear improvisado? Pues pasa….  Pasa que planeas dejarte llevar. Este sábado salimos sin planes ni reservas en restaurantes? Y uno cierra los ojos y se lanza al reto. Un reto que en cualquier otra ciudad creo que sería precisamente lo más cotidiano.

Pero también ocurren los movimientos inesperados. Los vuelcos que da la ciudad  y te pillan por sorpresa. Y Nueva York tiene ese lado que magnifica las cosas pero ofrece también ese sentimiento antagónico de enseñarte a dejarte llevar y eso te hace aprender a darle menos importancia a las cosas y acto seguido a perder el miedo.

La mayoría de personas que vienen a Nueva York se atreven a hacer algo nuevo. Algo que no hubieran imaginado. Algo que en otro lugar les hubiera asustado. Eso puede ser desde comer pata de gallina china o aprender a tocar el saxofón. Puede ser también dar un cambio laboral, o simplemente (si es que es simple) a dejar de tener miedo.