Tuesday, October 18, 2011

1095

Tampoco es que tenga tanto que decir. Pero me parece bastante imperativo que el día en el que conmemoro mis 3 años en esta ciudad me digne a actualizar este blog.

Cuando primero llegué a Nueva York quería acordarme de todo lo que vivía y sentía y asegurarme que no se me escapase ni una de las emociones. He oído (y comprobado) que muchas veces cuando estas soñando y te levantas repentinamente, basta con escribir tres palabras claves para poder recordar lo que has soñado y volver a hilvanar la historia. Por eso durante mis 2 primeros años en Nueva York, religiosamente escribía una línea cada día que resumiese mi estancia en la ciudad. El lugar al que había ido, la gente que había visto, los platos que había comido… etc. Así podía volver atrás y rememorar días claves en la ciudad y reconstruir mi historia.

Luego con el tiempo  decidí dejarlo, y ahora tengo esos cerca de 700 días registrados en esa lista. Con el tiempo me di cuenta que muchas cosas, al menos de las más importantes, inevitablemente me acordaba igual, también comprobé que a veces pasaba una semana sin apuntar y no podía recordarlas bien (igual porque precisamente había decidido que mejor las olvidaba) y también me di cuenta que me costaba compaginarla con la lista de restaurantes. (Creo que le debo a mi madre este furor por las listas, por poner los pros y contras en una lista para las decisiones importantes, por la mandatoria la lista de la compra bajo el im'an en la nevera, y en general por listar mis cosas por hacer. Me encantan las listas, lo admito). Pero pese a todo me sigue encantando esa lista de NY moments igual, porque puedo reconstruir el puzle con el que edifiqué mi realidad en esa primera etapa de la llegada a esta ciudad.  (la ciudad monstruo-duende, como acertadamente la bauticé en un post anterior). Ayer estuve repasando la lista y me sonreí infinitas veces acordándome de esos recuerdos que hacía tiempo no releía.

Luego pensé en lo muy registrados que están los momentos y lugares por los que nos movemos diariamente. Esta semana alguien de Ohio decidió duplicar mí tarjeta bancaria y gastarse un poco de dinerito en una gasolinera (que deduzco debía ser el punto de venta de más interés de la localidad). La historia viene a que cuando me llamaron del banco para confirmar mis gastos me di cuenta que podían casi seguir mis pasos, donde he cenado, donde he ido a la compra, si he vuelto a casa en taxi o en metro, si decidí salir de copas o preferí volver a casa… en fin, que en un momento reconstruyeron mi semana y si hubieran seguido atrás hubieran podido reconstruir mis 1095 días en NY. Es curioso que aquí como todo se paga con tarjeta es una lista más que agregar a nuestras vidas.

Todo el rato generamos listas y esas nos llevan a recuerdos, momentos y miradas. Estoy pensando en empezar de nuevo mi listado diario. Aunque ya hace tiempo que me di cuenta de algo, que esa última copa con aquellos a los que dije adiós, o esa compra para hacer prepar la cena un lunes cualquiera, o quedarme hablando para no colgar esa llamada mientras nevaba incesantemente en pleno febrero, en relidad no necesitan listas ni apuntarla en ninguna parte. Hace ya tiempo que descubri la imposibilidad de olvidarlas. Simplemente porque sin ellas esto no hubiera sido esto, ni esto seria mi Nueva York.