Sunday, June 5, 2011

Miradas


El otro día iba al Upper West Side y me subí a la línea 1 del metro y viajaba una mujer con un burka. Nunca había visto a nadie con un burka, y eso que en el metro de Nueva York es difícil no haber visto algo. Pero una mujer tapada de cabeza a pies no me había tocado hasta entonces.

Era una de esas situaciones en las que no quieres mirar, pero tienes un imán…  Así que para evitarlo me puse a mirar muy fijamente el mapa del metro a su izquierda como si estuviera planeando un viaje de 3 semanas por el subsuelo neoyorquino. Aún así de reojo la veía y lo mas curioso era pensar que ella nos veía a todos, y podía mirar con descaro si le apetecía.

Y me puse a pensar que en esta ciudad, la gente cuando va en el ascensor y en el metro o se mira poco o demasiado. Y los novios o ni se tocan o se besan apasionados. Y la gente o no levanta la voz o está peleándose y llorando (eso lo había visto antes, por la mañana, en otra linea). Y en el ascensor o ni te saludan, o te hablan sin parar. Y como siempre en la ciudad, los extremos se vuelven a manifestar a diario, dándote pocas opciones a elegir un gris. Nueva York se vive en blanco o en negro. Y punto.

Y pensé en la gente que no tiene apuro en venir a la mesa en la que estás cenando a decirte ¨I love your dress¨. Y juro que a cualquier chica que vive en Nueva York le pasa esto una vez al mes. Que estás a punto de cruzar la calle y alguien te viene directa, como si fuera una groupie, a decirte que le encanta tu camiseta, tu peinado, tus anillo o tu bolso. Y con las mismas se va. Y ese acercamiento de un extraño, así de la nada, la primera vez que te pasa te pilla muy por sorpresa, porque llevas días que nadie te saluda en el ascensor.

Contaba hace un tiempo, en el post de llegadas, que me encantaba imaginarme las historias de la gente cuando estoy en JFK. Y este pasatiempo tambien me gusta en el metro. Lo único que has de ser más rápido e imaginativo, porque a veces sólo tienes menos de un minuto entre una y otra parada. Y por eso no podía parar de pensar en la mujer del burka. Porque ella también estaba intercambiando miradas detrás de la rejilla negra, pero sin la opción de descifrar su mensaje.

Y llegó mi parada y me tenía que bajar. Y pensé en los extremos y en lo que significa vivir en una isla. Y en que la palabra aislada es isla. Manhattan es ese lugar en el que eliges tu extremo: si quieres interactruar y cruzar miradas y te apetece saludar en el ascensor entonces sueles vivir en el blanco; y sino pues te aislas y rehuyes intercambiar ni una mirada, entonces eres el negro. Y aunque no lo tengas claro, con el tiempo te posicionas, y la ciudad le acaba ganando la batalla al gris.

2 comments:

  1. Se me acaba de borrar mi super comentario, brrr. Pues decía que es curioso que yo siempre estoy ahí buscando el equilibrio, intentando balancearme en el vaivén entre polos y contradicciones, entendiendo los matices de gris, y tu vives en la ciudad del blanco/negro. Es cierto que NY te hace posicionarte, la indiferencia no es una opción, y de hecho cualquiera que haya estado tiene una opinión radical: love it or hate it. Es la pasión de los extremos, es el vértigo de pasar de un lado a otro a ritmo vertiginoso, es una montaña rusa, una isla del tesoro. Hay que ser muy flexible para surfear las olas de la gran manzana, y no cualquiera puede hacerlo. Tú sí, love U :)

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  2. que guapa eres! we love NY. ya en breve nos tajamos en Perry!

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