Friday, March 30, 2012

La llamativa austeridad

Llega la primavera. Es un hecho. Y con ella mi nueva línea de metro predilecta. Ya hablé de lo mucho que me encanta ver el skyline en un post anterior. Esta vez no voy a hablar de lo que veo fuera del metro y de esas imponentes vistas, sino más bien del mundo de contrastes que viajan en un vagón del subway de Nueva York.

El metro de Nueva York es probablemente el lugar más dispar en el que uno se encuentra en la ciudad. No tiene comparación ni con la fiesta más alternativa en una fábrica abandonada ni con el evento más “cool” en una galería de arte. Y sobretodo no tiene comparación porque precisamente ese tatuado que luego verás en la fiesta de la fábrica estará sentado a tu derecha y  la chica que te cruzarás vestida toda de negro con un sombrero paseando por la galería está a tu izquierda. El mundo neoyorquino resumido en unos metros cuadrados.

Pese al mosaico de modas, colores, estilos, actitudes e interacciones que se viven a diario en el metro neoyorquino, yo cada mañana no puedo dejar de maravillarme de ver a las mujeres judías  ortodoxas que vienen del barrio de Brooklyn y van a la ciudad.

Como bien reza su religión la premisa máxima es la austeridad. Color negro o azul. Medias y zapatos cerrados. Y lo más curioso es que todas llevan peluca. una mujer judía ortodoxa jamás muestra su pelo a nadie, solo a su esposo en la intimidad.

Me resulta curioso como la austeridad llama la atención a gritos en esta ciudad. La misma ciudad en la que realmente todo vale. En la que no hay modas uniformes sino que uno puede salir literalmente con lo que le apetezca a pasear. Y llama precisamente la atención esa sobriedad.

Y de nuevo esa ciudad encontrada. Ese tatuaje, junto a ese pintauñas rosa eléctrico, y de pie esos tacones de vértigo junto a unas converse desgastadas. A tu derecha la estridencia, a tu izquierda la discreción, frente a ti una peluca ortodoxa que te hace pensar en tiempos antiguos y lejanos, en otro siglo, en la ciudad más moderna y puntera del mundo. Eso es el metro, y la vida, en Nueva York.

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